esta forma de mirar,
esta poca paciencia
y mi voz para cantar"
La Bersuit
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Desconfiado
y suspicaz, acercó a su hija mayor para que probara el caldo de pollo que le
habían llevado hasta la cama. La mujer se acercó sin vacilar y probó dos
cucharadas, un pedacito de cada tortilla y bebió un sorbo del atole de granillo
que humeaba sobre un buró muy antiguo donde guardaba la pistola. Luego, se
incorporó. Permaneció de pie unos segundos antes de que iniciaran las
convulsiones, casi los mismos que duró su agonía.
El resto de
ellos presenció la escena pero la vergüenza de verse expuestos les hizo
paralizarse hasta la lengua. El viejo miró el cadáver y sólo hasta que estuvo
convencido de que estaba muerta tomó la cuchara, partió una tortilla y, mirando
fijamente a todos, empezó a comer.
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