miércoles, 28 de abril de 2010

Reverberaciones...

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Quiero ayudar al bueno a ser un poquillo de malo
y me urge estar sentado
a la diestra del zurdo, y responder al mudo,
tratando de serle útil en
lo que puedo, y también quiero muchísimo
lavarle al cojo el pie,
y ayudarle a dormir al tuerto próximo


César Vallejo




En mi pueblo - aunque no es un caso aislado-, lo que se dice es un eco que perdura a través de las diferentes generaciones, un intercambio cultural de frases que se repiten como letanía pícara… La mayoría de las mismas son para fastidiar al prójimo, chingar a gusto sin que la “jerarquía” social del interlocutor importen mucho pues al cabo que todos somos iguales ante el castre.
Ando en Miahuatlán porque cada fin de mes hay capacitación y revisión de lo que se haya estado haciendo en las comunidades, así que regreso hasta el 5 de mayo a San Bernachi.
En esta semana conocí un pueblo llamado San Jerónimo Coatlán, la imagen de la iglesia corresponde a esa comunidad, no me arrepiento de haber ido, pero el hecho de haber dado la vuelta hasta allá me hizo caminar de noche hacia San Bernachi, jajaja, iba con un miedo bien cabrón, la lámpara se quedó sin pilas y la luz de la luna apenas si pasaba entre los pinos, así que resolví encomendarme a Dios y andar adivinando la brecha, con el pendiente de que están abundando las zorras – cuadrúpedas-.
Con respecto a qué sigue, Tenor, sólo diré algo que alguna vez dijo Majo para resumir mi postura ante la vida: "No me ocupo de mí, de eso se encarga el devenir". Espero un día tener un proyecto definido de vida, ojalá no sea tarde, por lo pronto, busco ser feliz.






Esta es la iglesia de San Jerónimo Coatlán:







Acá en mi cuarto en San Bernardo:







Esta es la escuela "Rayito de Sol", allí mero nos reunimos mis niños y yo:











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Haikú entrometido:

El mundo cabe
Dentro de una manzana.
¡Saque la ganja!

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sábado, 24 de abril de 2010

Haikú - ches

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Semana de sueños recurrentes, fogonazos en el cerro y cadáveres de zorras dejando constancia de la fina puntería de Don Fulano Anónimo.
La recompensa del frío: infusiones inyectadas a través de los dientes mostrados sin pudor, con dos que tres toques de incisivos picados o incompletos. Cada risa es un abrazo, cada mirada de satisfacción ante los cálculos resueltos es un ladrillo más en mi reconstrucción. Hablo de mí, desde mí: abyectamente egoísta.
El tiempo es una mula terca que se resiste a pasar por este lugar. No hay atracción por introducir “lo moderno”, acaso se busca por unos meses y se devuelve el serrano a su bastión de silencio, de paz y pureza.
Las distancias siempre se miden en “cerquita”, “aquí nomás”, “cumbrando el cerro”, "ahí bandeando", "payayito", en fin, términos que rebajan a nada los compases de los horarios, la división del día en aburridas 24 horas y la prisa innecesaria por vivir con objetivos materiales, aún cuando se pierda el valor espiritual.
Norberto golpeó mi mundo con este misil: “y, ¿qué querías ser de niño?”. Me dolió ese silencio estúpido, como de adulto, pero qué iba a responder.
Como que el shock de todo este pedo me tiene dándome reverendos golpes contra el piso al pensar en esa pendeja angustia a la que dejaba invadirme. Supongo que este siglo y el venidero no tienen cabida para la depresión y la flojera, acaso será lícito ser melancólico, estar triste en ocasiones, pero no escudarse en esa mamada de que “somos postmodernos ca’ ” (Alejandro García “Virulo”, sepa Dios cuándo). ¿Será por eso que San Andrés Calamaro dice “la vida es una cárcel con las puertas abiertas”? Y Majo remató: “sí, y al que no le guste, que se salga”, jajaja, lo pienso y digo que a veces – o siempre- nos complicamos por puras pendejadas. Yo qué chingados sé. Hoy estoy de buenas, mañana… no lo sé. “Tengo cada insensatez y me suelo equivocar” (San Andrés Calamaro, 200…???).



Dos Haikús para Mamá Elena:

Te necesito
cuando estoy alegre y
cuando entristezco.

*-*-*

Dominio sutil
colmado de un cariño
indescriptible.


Haikús independientes

Caminos curvos
atraviesan la sierra.
Hierven los guachos.

*-*-*

Ya ni en la sierra
se siente uno seguro.
¡Pinches soldados!

*-*-*

En San Bernardo
soy parte de la tierra.
Estaba vivo.

*-*-*

Estalla el cielo
en bichos luminosos:
Andrea ríe.

*-*-*

Cuando anochece,
los ancestros conversan
en San Bernardo.

*-*-*


Esta pendejada la encontré en mis apuntes:

Por causa de la sustancia activa del insecticida, las lombrices de mi jardín se convirtieron, después de la fumigación, involuntariamente expertas en el “sesenta y nueve” y el sexo oral, porque, al tratar sanamente de darse un simple beso, nunca supieron que, sin sus ojitos, no podían ver a dónde sus boquitas inocentes iban. Es triste verlas andar de un lado a otro sin saber que al tratar de dar amor sin malicia, incurren en actos inmorales… definitivamente habrá que cambiar los parámetros con los cuales podamos diferenciar lo que es bueno o malo. Por eso, existe un pacto de sangre, propuesto por los demás ciegos de este gueto y consiste en la creación de la Liga Lombricienta Para La Defensa De La Salud Anal, Vaginal y Oral, esto con el fin de evitar enfermedades provocadas por el contacto que pudiera suscitarse en momentos inesperados.

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sábado, 17 de abril de 2010

De Vuelta y Revuelta

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Entre especulaciones ajenas y predicciones cercanas recibí este 13 la comunidad a la que tenía que trasladarme: San Bernachi. A decir verdad, he ido a Santa Catacha, a San Baltasar… pero a San Bernachi? no, jamás lo había escuchado mentar, así que me fui preparado con mi encendedor y mis velas, en caso de que no hubiera luz, también llevé fruta y agua por si no me daban de cenar.
Primero tuve que tomar el autobús que te lleva por tres horas entre la sierra hasta Santo Tomás. Al llegar, busqué a la chica que da clases de preescolar para que me diera un lugar donde quedarme en caso de que no pudiera salir de allí en el transcurso de la noche. Pilar fue muy amable y me dijo que sí, que podía quedarme en las instalaciones de su salón. Arreglado eso, me di cuenta que no llevaba el impermeable, así que, en caso de que la lluvia se desatara, iba a llegar en calidad de sopa, así que apuré el paso y tomé el camino a San Bernardo.
Llegar fue entretenido, sobre todo porque la vereda que entra hacia el pueblo es parecida al camino que existe por el rancho de mi abuelo, sinuosa, silenciosa, casi ceremonial. Se camina durante media hora.
Confieso que, casi al llegar, una bifurcación de caminos me hizo dar una vuelta extra que, al final fue benéfica porque encontré al presidente de padres de familia.
Por la noche hice la reunión con los papás de 6 niños y el jueves fue mi primer día trabajando con ellos. Hay dos de sexto grado – Julián y Alma-, una de tercero –Virginia-, dos de primero – Ángel y Norberto- y una de preescolar – Andrea-. Todos ellos son muy inteligentes, a menudo conversamos sobre lo que pasa en la televisión porque dudan que tales cosas existan.
La noche del 13 cené frijoles con sopa, pero quiso la lluvia y la fina puntería de Don Fulano Anónimo que dos conejos aprovecharan para salir de sus madrigueras solamente para encontrar la muerte, uno con la retrocarga y el otro con un rifle, así que comimos conejo durante el jueves y viernes. También tenían un garrobo para comer el sábado. Aquí no se caza para negociar, es para el consumo de las familias.
Regresé por la tarde a mi casa. Es difícil que, primero, pase un carro; luego, que te quieran levantar. Afortunadamente pasó el doctor de Santa Catacha y me llevó hasta mi casa. Regreso a San Bernachi este domingo, con balón de futbol en mano.
Nos han encargado redactar la historia de la comunidad en la que estamos, así que ya comencé a tomar mis apuntes. Tal vez traiga fotos la otra semana. Por cierto, nuestra comunidad se ve desde la carretera a Loxicha.

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- A ver… ¿qué plantas crecen en esta región?
- Encino…
- Ocotes…
- Flor de niño…
- ¡Mota!

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Mamá Elena: te soñé muchas veces. Sé que estarás bien, te quiero mucho. Luego hablamos de mis papeles, la verdad no he conversado con mi hermana. Mi niña, no te enojes porque el que se enoja pierde, hoy vine con más calma para decirte que siempre pienso en ti... acuérdate que "contigo aprendí". Mejor cuéntame cómo te lo va allá en la región tapatía, vendré a conectarme cada 8 días, pero siempre espero saber de ti.
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Viri: Cómo va ese huevito? Espero que te estés tomando fotos para que veamos la evolución de tu barriga. Sabes bien que me produce una inmensa ilusión el poder ver a ese micropollo y a su linda mamá.
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Haikú para una robus:

En el silbido
Del viento entre los pinos
Oigo tu nombre

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Saludos al Stooch y a todo el Death Fucking Squadron, de todos ustedes he aprendido y los niños de San Bernachi los conocerán a través de mí, obviamente los malos detalles quedan al margen, jajajaja, cuuuuuuuches!!! Cari: gracias por acordarte de mí, yo también te extraño mucho.
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Erick: suerte en tu nuevo trabajo, recuerda que, a veces, se debe conservar a los amigos cerca, pero a los enemigos… aún más cerca, sobre todo con esos enemigos que me mandan saludos jajajaja, dile a tu jefa – laboral- que “serás” jajajaja
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Un abrazo desde acá - y que atraviesa los otros paralelos, meridianos y trópicos que nos separan físicamente - para esa mujer que me dio “música a cambio de trabajos”, yo no sé qué será de mí, pero siempre llevaré sus enseñanzas y su ejemplo a donde vaya. Igual: los malos detalles quedan al margen.
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Me fui.

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sábado, 10 de abril de 2010

Desintoxicándome, resignificándome

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"Escapé de mi casa
Escapé de mi amor
Pero nadie se escapa
De tu mano señor"
Fabulosos Cadillacs


Ir a la sierra de los Coatlanes me pareció un asunto serio, sobre todo si se va de noche y en camioneta. La luna justo iba apareciendo sobre el cielo de Miahuatlán cuando salimos, así que durante todo el tramo pavimentado fue acompañándonos, pero, pareciera que justo al entrar en la terracería que va hacia San Miguel, ella y los árboles a contraluz se hubieran puesto de acuerdo para que, en silencio, contempláramos los gigantes que llevan años viéndonos pasar en nuestra efímera existencia. La deforestación es visible desde lejos, San Miguel tiene fama de proveedor de madera para la región, en especial el pinocote, como le llaman por acá – y por muchas partes, supongo-.
Si uno comete la osadía de mirar a los pies de los venerables cerros, desearía nunca hacerlo porque en ocasiones la endeble camioneta se balancea para jugar con nuestros nervios, y se acerca atrevidamente hacia los precipicios que parecieran no tener fin, como si se tratara de una puerta hacia los abismos que habitan los demonios de esos cuentos que nos leían en la iglesia.
Los bancos de niebla impedirían, en mera suposición, que la camioneta fuera más rápido, pero este conductor, o tiene un espíritu suicida o de verdad conoce muy bien el camino: tomé la decisión de no ver más hacia el frente.
Llegamos bien a San Miguel, mi hermano tocó con sus amigos y por la mañana regresamos a mi pueblo. Ver el camino de día es más reconfortante, quizá el factor taxi le dio una nueva perspectiva al viaje.
Al regresar de San Miguel tuvimos poco tiempo para alistar las cosas antes de irnos a las montañas que se encuentran en los límites de mi pueblo que, por cierto, no lo he dicho, se llama Cuixtla.
Para esta excursión se unieron al equipo vagabundo mi hermana, la novia de mi hermano y su cuñada.
Salimos a las doce del día y, la primera noche acampamos en el nacimiento del río, tuvimos una luna espectacular que nos acompañó desde las nueve y media de la noche hasta las… bueno, eso no lo sé porque caí dormido.
Por la mañana recargamos nuestra provisiones y empezamos un camino cuesta arriba para llegar al cerro de la cruz, llamado así porque en la cima hay una capilla desde la que se divisan, además de Cuixtla, muchos pueblos. Temíamos, al igual que el día anterior, que la lluvia nos arruinara la oportunidad de acampar sobre la capilla, pero no fue así, todo fue tan maravilloso y espectacular, que recordé que esa parte de mí que consideraba perdida está todavía entre los estratos del suelo que me vio nacer, sólo que tendré que ir escarbando poco a poco entre las miradas, las palabras, los cuentos, los ancianos y los niños, las calles, los caminos, la tierra que queda en mis zapatos al volver, el café cargado de mi abuela, los chistes de mi abuelo, mi mamá y su sazón, las chilenas, el sol del amanecer detrás de “el cerro de los gentiles”… (Muchos etcéteras).
Pronto subiré algo que haya escrito con calma, por ahora, puros reportes de actividades antes de que me asignen comunidad este lunes, les dejos unas cuantas fotos para que más o menos conozcan dónde ando. Saluditos y muchas bendiciones.

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Y bueno, así se vio el atardecer arriba de la capilla...


Y este fue el amanecer...


Esta es la capilla sobre la que acampamos...


Esta es una de las primeras honduras en el nacimiento del río...


Yo mero, de fondo: San Miguel Yogovana


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