jueves, 26 de marzo de 2015

Espionaje

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Hay una mujer de cuya falda cuelga mi atención. La veo venir, me siento en la banqueta, lamo mi entrepierna mientras ella me arroja un pedazo de tamal. Lo recojo humildemente en tanto que aprovecho para ver bajo su falda.

Ser un zaguate tiene sus ventajas.



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