miércoles, 15 de febrero de 2012

La Gravedad


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"Si me das a elegir
entre tú y ese cielo
donde libre es el vuelo
para ir a otros nidos, ay amor...
Me quedo contigo"

Los Chunguitos

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Llevo apenas 3 minutos acostado y ya siento que la loza se mueve.
Desde aquí se ven todos los techos de las casas, pero me interesa más el ciclorama que tengo a mi disposición en la bóveda celeste.
Las nubes, a las 5 de la tarde, llevan en su andar un compás adormilante.
Hay un viento del sur pasando como un velo muy transparente que me abrasa en un beso dulcísimo y se escuchan los susurros de Dios.
Hay una jacaranda con pretensiones de bailarina de ballet ondeando sus holanes morados al ritmo del viento sur.
Los zanates son notas cambiantes en el pentagrama de las líneas de alta tensión, pareciera que se trata de un villancico, pero no, no en febrero.
El sol se zambulle entre las nubes y sale empapado de matices que salpican la tierra.
Sube el humo lentamente y el rojo tiñe la falda de mis niñas; desde mi cuarto, hay una canción de Calamaro que no entiendo muy bien, pero me gusta.
Los rayos del sol también hacen contacto en tierra en forma de faros que dibujan líneas precisas en ciertas zonas, si me esfuerzo, sé que podré llegar hasta allá y ver qué sucede… pero no quiero esforzarme.
En realidad son más cosas las que no quiero, que las que quiero.
No quiero que esta tarde se termine, no quiero que María se esfume, no quiero que la realidad me haga caminar de nuevo sobre su sendero descolorido, mientras tanto, seguiré esperando que mis ojos se cierren o que el espectáculo de estrellas comience.
Al menos esta vez, estoy en primera fila.

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