martes, 29 de noviembre de 2011

Contar

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“No me encierres la cabeza
tu mirada es muy espesa
sólo está pa’ controlar...”

Bersuit Vergarabat


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Mamá Botón le explicaba a Botoncito cómo es que ella había adquirido un nombre:
- Un día, mientras iba por la plaza - porque los botones tienen plazas - me abordó un enorme botón, me llevó consigo y me hizo su compañera. Entonces me empecé a llamar Mamá Botón 1, 234. Después naciste tú, formamos una familia y… ésa es mi historia.
Botoncito replicó: - ¿Y qué eras antes de eso?
Mamá Botón 1,234 sólo tragó saliva y dijo: - Ponte el suéter y vámonos porque ya hace frío.
A veces, es muy difícil - pero necesario - explicarle a los botoncitos que existe algo llamado discriminación de género.


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viernes, 25 de noviembre de 2011

Carroña

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“Vomito, todo lo que bebo vomito,
vomito en la calle,
vomito en el bar,
vomito una albóndiga
que está sin masticar”

El Reno Renardo



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Los perros ya se habían comido más de la mitad del cuerpo putrefacto cuando se dieron cuenta que alguien, de presencia imponente, los miraba fijamente desde arriba de la peña.
Más que por temor, fue por el “qué dirán” que suspendieron el frenesí para escuchar lo que un viejo zopilote le decía a uno más joven, mientras movía la cabeza de un lado a otro:

- No hay más respeto, es evidente, pero no seré yo quien se rebaje a comer los desperdicios de los humanos o mueva la cola por un hueso.

Los perros se miraron entre sí, comprendieron el mensaje y, movidos por un arrebato de dignidad, comenzaron a vomitar todo cuanto habían devorado para después salir corriendo del arroyo.
Pavoneándose, los zopilotes colocaron servilletas en sus cuellos, afilaron los cubiertos de sus garras y con un elegante vuelo descendieron y comieron todo cuanto quedó a su disposición.
Incluyendo el vómito de los perros.

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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Inconvenientes II

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“Quieren millones, millones, millones,
millones, millones, millones.
Millones de alma en su inmensa cuenta
Millones de casas sobre la selva”.

Camila Moreno



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El fuego no faltó al llegar la noche, en la fogata ardían zanates, tepehuajes, mangle, zorrillos, guamúchiles, conchitas de mar, huevos de tortuga, caoba, ébano, cardenales, cervatillos, en fin: todo lo que ardiera, allí estaba.

Mientras todo esto ocurría, ella seguía paralizada pero muy consciente la situación.

Luego, las cosas subieron de tono. Ya él le rozaba la mejilla y ella se descubría las piernas. Pronto comenzaron las miradas, el escarceo, los acercamientos, luego las promesas, y el romance brotó.
Como prueba de amor, ella le juró que en la mitad del corazón que se forma en Cacaluta que ella iba a tomar, le iba a construir un paraíso nudista, con club de playa, escaleritas hasta el mar, todas las drogas del mundo y sobre todo, ecológico.
Él, al referirse a la otra mitad de la bahía, habló de un enorme campo de concentración para humanos y cualquier otra especie, máquinas de tortura, películas de Tarantino y Rodríguez con palomitas horneadas, guillotinas y por encima de todo esto, el respeto a la biodiversidad.

Tras un largo beso y después de eso, un faje, prometieron verse la siguiente semana para comenzar la obra de sus regalos de noviazgo.

Toda vez que se despidieron, ella lanzó un grito enorme con el que pudo salir del shock en el que se encontraba…

Tres días duró delirando y con calentura. Cuando el chamán logró hacerla hablar, ella sólo alcanzó a gritar: ¡salven a Cacaluta!
Aunque al principio la frase causó conmoción, a la gran mayoría de los presentes, les pareció que: “esa chamaca ya andaba mal”, “como que se le iba el avión”, “¿que no estará loca?”, “yo creo que fuma hierba”, “todo es culpa de la televisión”, “para mí que esa sí tenía el chamuco”… en fin.

A nadie le movió nada el asunto éste, y se acordaban más de un chiste que había salido a raíz de la muerte de la mujer que de la bahía más linda que han visto mis ojos. Luego, cada quién volvió a lo suyo.

A los ocho días, la muerte y el diablo se encontraron, la sonrisa de gusto y los planos que cada uno llevaba se cayeron lentamente cuando sus ojos contemplaron la obra del ser humano: un inmenso campo de golf.

Las maldiciones no se hicieron esperar, sin embargo, ya todo estaba hecho, así que decidieron entrarle al negocio del fraude y ofrecieron a los hombres planes publicitarios preferentes en todos los medios posibles, cosa que a ellos les resultó muy atractiva, tanto, que hasta se pelearon entre ellos por la popularidad y la fama.

Por otra parte, a pesar de haber muerto por eso, ella no supo distinguir que no eran dos, sino tres los enemigos de aquella hermosa bahía; no alcanzó a distinguir que el peor enemigo del universo es el humano.

El diablo y la muerte como quiera, pueden ir a cualquier parte, pero los humanos sólo tenemos este mundo, ¿no valdría la pena intentar hacer un poco posible, lo aparentemente imposible?

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martes, 8 de noviembre de 2011

Inconvenientes I

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“Hay casas que no se caen,
Hay suelos que no resbalan,
Hay desiertos que se aman,
porque se muestran las palmas”

Camila Moreno


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La noche anterior había escrito en su diario:

“Tras mucho pensarlo, he llegado a la conclusión de que el origen de todas las criaturas a las que considero fantásticas, por no tratarse de objetos tangibles y, me refiero específicamente a Dios, al diablo, a la muerte, a los demonios, los ángeles y toda esa cosa de los espíritus; está en que en el tiempo en que fueron inventados, había el suficiente espacio y tiempo entre los seres humanos como para que los mismos tuvieran un momento de ocio para imaginar.
Dadas las circunstancias actuales, no tenemos el tiempo ni el espacio para desarrollarnos de esa manera tan apartada.
Por lo tanto, doy las gracias a la tecnología y la modernidad por habernos librado de farsas semejantes"
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Al día siguiente se le apareció el diablo. Y, con él, la muerte…

Está bien, está bien, disminuyamos el nivel de dramatismo y seamos más realistas: no, no se le aparecieron, o al menos, no se aparecieron allí para ella exclusivamente, ya que todo se trataba de una maldita casualidad. Simplemente, a la chica se le ocurrió de repente que ése era un buen día para visitar la bahía y allí estaban ellos, discutiendo, como siempre… o casi siempre… (Perdón si divago a estas alturas de la historia pero no puedo sostener firme mi cabeza y abrir al mismo tiempo mis ojos. Trataré de ser fiel al relato que ella, cuyo nombre tengo prohibido mencionar, me contó. Gracias).

Pues así las cosas, ella solamente quedó estupefacta al contemplar aquella escena tan tétrica. Por el contrario, al diablo y a la muerte no les importó en absoluto la llegada de… de… pues de ella. Continuaron su disputa y uno al otro se increpaban con situaciones que a nadie le constaban más que a ellos. Dice, aclaro, dice que escuchó cosas como Luzbel, Gabriel, Adán, Fruto, Babilonia, New York, Tlatelolco, 2006, Ismael, Angelología, Ciencias de la Comunicación,
Prejuicio, Heineken, Racismo, Invasión, Ignorancia… en fin, para qué agobiarte con tantas cosas negativas; entonces, comenzó a darse cuenta del cariz de la conversación: el reclamo del uno al otro era por entrometerse en empresas que uno de los dos ya había comenzado.

En ese momento, ella hubiera querido nunca haber escrito aquel párrafo funesto – me causa risa esta palabra… funesto – porque ya no quedaban dudas de que la muerte y el diablo en persona platicaban en Cacaluta.

El primero en ceder fue el diablo. La muerte era más efectiva cuando soltaba cada palabra, ya que iban directo a la autoestima del diablo. Ah, pero éste cedió con orgullo, como diciendo “te doy chance”.
Comenzó por aceptar que toda esa cosa de “la muerte me pela los dientes” había sido cosa suya. La muerte, por su parte, aceptó haber sugerido la idea base de un chiste en tres actos cuya conclusión era que el diablo andaba suelto.
Y así, uno al otro fueron perdonándose, palabra horrorosa en boca del demonio e inexistente en la de la muerte.
Para cuando el sol iba bajando, ella seguía viéndolos dando una clase de Historia Universal mientras comenzaban a destapar el segundo cartón de Victorias.


(Continúa...)


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viernes, 4 de noviembre de 2011

Sin Anestesia

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“Busco dormirme en tus ojos y en tus sentidos,
Busco derramar mi querer por tus oídos,
Busco rendir mi ser y volar contigo,
Quisiera compartir toda mi vida contigo”

Carla Morrison



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Me gusta verte, contemplarte
Mirar a la colina de tu casa,
Escucharte, escribirte,
Imaginarte cuando un taxi pasa.

Me gusta platicarte, vivirte,
Me gusta saborearte en cada beso,
Abrazarte, apretarte y
Si siento que estoy vivo, es por eso.

Me gusta provocarte, a cada rato,
Una risa de esas que contagian,
Que sólo tienes tú, niña loca,
Que eres mi princesa, toda mi alma.

Me gusta estar contigo porque siento
Que el mundo se me hace pequeñito,
Que somos tú y yo el universo,
Que somos un pedazo de infinito.


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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Calaquitas

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“Se ha marchitado tu tiempo
Se han quebrado los espejos
Se ha desprendido tu cielo
Se ha desplomado el amor”

Arturo Meza

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Como rara vez les digo
cosas que sean verdaderas
he traído para ustedes
estas tristes calaveras.

La muerte y el diablo estaban
en una fuerte disputa
querían ver quien mataba
a la bahía Cacaluta.

Sin embargo, ni uno de ellos,
tiene la capacidad
de causarle tanto daño
como hace la humanidad.

Los políticos nos dicen
que cuidan el medio ambiente
pero lo cierto es que al pueblo
siempre le encajan el diente.

Con promesas de campaña
y discursos muy baratos
hablan de amor a la Tierra
pero nos ocultan datos.

Un delfín murió en Huatulco
no sé si se oyó en la radio
aunque la gente comenta
que murió por un trasmallo.

También la fauna terrestre
ve afectada su existencia,
ya perdimos el respeto
hacia la naturaleza.

Donde corrían los venados
y los pájaros cantaban
ahora sólo habrá un campo
para gente adinerada.

La flora y la fauna mueren,
se aproximan al sepulcro
mientras el gobierno clama:
¡privaticemos Huatulco!

Tal vez sean muy idiotas,
o no quieren darse cuenta
que si la Tierra se muere
morirán junto con ella.

Instituciones corruptas
con funcionarios voraces
trafican con el planeta
sin llegar nunca a saciarse.

Ya vendieron Tangolunda,
vendieron el Arrocito,
ahora sigue Cacaluta
luego será El Tejoncito.

Que Huatulco es sustentable
dicen en todo momento
pero todos ya sabemos
que también es puro cuento.

Para salir en la foto
se ponen hasta adelante,
buscan las primeras planas
con su discurso farsante.

Al turista siempre le hablan
de sustentabilidad
mas no se ve que protejan
a la biodiversidad.

No desangremos más vidas
de ecosistemas terrestres
dejemos algo a las nuevas
generaciones siguientes.

Plantemos árboles, vamos
a declararle la guerra,
a la destrucción de entornos,
a la muerte de la Tierra.

Juntos, somos un gigante,
nueva sangre del planeta,
sigamos juntos luchando
hasta alcanzar nuestra meta.

La Tierra y nosotros vemos
cerca el fin de la existencia,
pero, mientras esto ocurre,
sigamos en resistencia.

Ya con esta me despido
lo siento, no soy poeta,
estos versos los escribo
porque me importa el planeta.

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