martes, 21 de junio de 2011

Vaivén

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“La lengua sagrada
la fuimos perdiendo.
Todos hablamos la lengua maldita de Babel”

Arturo Meza


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El hombre se levantó por la mañana y fue en busca de Dios, quien jugaba rayuela con los ángeles de la muerte.
- Madre, tengo frío - le dijo el hombre a Dios.
Entonces Dios quitó la piel a un leopardo y con ella le fabricó un abrigo para que él pudiera protegerse.
El hombre vio que era agradable pero no le bastó y fue pos nuevas y variadas pieles con las que armó en poco tiempo un guardarropa que luego le pareció inútil.

Al mediodía, el hombre fue nuevamente en busca de Dios, quien ahora tejía junto a las tres muertes una frazada con los hilos de la vida.
- Madre, tengo hambre - suplicó el hombre.
Y Dios quitó las semillas a un trigal y, tras haber hecho harina, horneó un pan para el hombre.
El sabor era muy agradable, pero al hombre no le bastó y cortó cualquier tipo de plantas y elaboró comida en exceso que, al poco tiempo, se descompuso.

Por la tarde, el hombre buscó otra vez a Dios, quien esta vez dialogaba con la misma muerte sobre el sentido de la creación. La conversación fue interrumpida cuando el hombre le habló a Dios:
- Madre, estoy solo, a nadie tengo para compartir.
Y Dios le ayudó a buscar una mujer, quien lo acompañó a buscar una casa, cuidó de él y le procuró placer. Tampocó bastó para el hombre. Buscó, pues, otras mujeres y en poco tiempo olvidó a aquella por quien tanto había esperado.

Al caer la noche, el hombre caminó para hablar con Dios, pero ya estaba dormida. Y cuando Dios duerme, cae en un sueño imperturbable.
Así pues, el hombre volvió a su casa. Su mujer ya no estaba, no tenía comida y ni todo el guardarropa de pieles podía calmar el frío de la soledad que le carcomía. Solo, hambriento y desnudo, el hombre pasó la noche entera renegando amargamente por la falsa bondad de Dios.


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miércoles, 8 de junio de 2011

Orígenes

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"Tú ya estabas presente en esta tierra
Cuando a Jesús pusieron de rodillas
Eras un rostro perdido
En el tumulto lo viste padecer"

Arturo Meza


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Los planetas se alinean.
Habrá que ver qué de nuevo nos trae este movimiento.
Bajo el pretexto de vivir me doy a la tarea de cerrar algunos círculos - y de abrir otros-.
Les comparto lo siguiente:


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En el año Agneon, del mes Ripthdar, al atardecer del tercer día de sacrificios - se dice que son 8-, Dios y el diablo se hartaron de la humanidad.
A Dios le re-pateaba el hígado que le pidieran de todo. Desde dinero hasta la cura de un maldito gato.
Al diablo, lo que en verdad le cagaba era que le echaran la culpa de de las peores estupideces en ñas que él francamente no tenía ni el más mínimo interés.
Una noche, agarraron sus trapos y se fueron de aquí.
Dicen las lenguas angélicas y demoníacas que a una playa cósmica ubicada en el mar de algún planeta muerto.
A la gente le valió madres. Siguieron invocándolos y culpándolos de cualquier cosa; aunque, obviamente,
eso se fue acabando con el tiempo.Su aura mística se había desvanecido, era evidente que ya no estaban.
Entonces, un día de tantos, en algún lugar, un profeta surgido de una secta gregaria comenzó a predicar la redención de Ejmudh, el dios de dioses, creador del cielo y de la tierra, quien fue, quien era y quien había de ser; quien, por causa de Zeleaikenu - deidad malvada - no había podido ser conocido por la humanidad.
Así, inició una nueva era: ateos, herejes, agnósticos, creyentes, etc., tuvieron un nuevo quéhacer.
Allá, a lo lejos, Dios y el diablo lo vieron todo, esbozaron una mueca de desilusión y regresaron, pero ya nadie los necesitaba.
Niza me dijo que los vio hace como un mes allá por el tianguis del parque Agua Azul, Dios leía el futuro en una bola de cristal y el diablo tenía un puesto de tatuajes de hena, aunque yo dudo, uno nunca sabe.

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Para no olvidar:
http://www.noticiasnet.mx/portal/principal/49703-5-anos-del-levantamiento-oaxaca


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viernes, 3 de junio de 2011

Es... cama

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“Entre tu aura y mi exilio
Está el perdón de los cielos,
Entre mi pueblo y tu pueblo
Hay un cruel laberinto”

Arturo Meza


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Cada determinado tiempo, las mentiras se derrumban, los paradigmas se transforman y los campos echan nuevos brotes sobre el suelo erosionado.
Así voy viendo un camino. Cada paso es - tristemente- más calculado que los anteriores.
La ciudad es un universo diferente. Las huellas del virreinato existen y se cultivan.
A cada rato veo cosas diferentes, con sólo echarme a andar por sus calles un rato, regreso a la casa con los ojos bien cargados de imágenes.
Ya quiero que sea mañana para ir a ver a ZG. Mientras eso ocurre, acá les dejo algo.


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El día que Emilia y yo nos encontramos en el muelle, le platiqué que dos días antes, durante la noche, había visto a un hombre pescar usando sólo una lámpara de mano. Trazaba figuras en el agua - como "ochos"- y los peces se asomaban. Rápidamente, el hombre metía la mano, tomaba un pez y lo aventaba hacia el muelle. Lo vi sacar al menos 33 peces. Después de prender la ganjah, Emilia me contó lo que a continuación escribo:

- Hubo aquí mismo un hombre que, a diario, se acercaba al muelle con su caña de pescar. Lo realmente curioso es que no llevaba ninguna clase de carnada. Sólo lo veía llegar y sentarse en esta orilla y pasar de la tarde a la noche con el anzuelo hundido en el agua.

Una tarde, mi curiosidad - o mi pachequez- me llevó a acercarme al hombre sin ser vista.

Llegó, como siempre, sólo con su caña de pescar, entonces llevó la mano a su bolsillo y sacó un anillo que debió ser de oro, aunque ahora ya tenía un aspecto verdoso por el efecto del agua de mar.

- ¿Y eso ponía de carnada?

- Así es mi buen.

- Me parece una pendejada, los peces no usan anillos.

- No, ellos no. Pero las sirenas sí.

- ¿Cómo sabes?

- Porque un día, una de ellas llegó hasta el muelle. Colocó en su dedo el viejo anillo, y como equivalente a un "sí", se llevó de la mano al hombre al fondo del mar... o adonde quiera que las sirenas vivan.

- ...mmm.

- Qué...

- No mames.


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"Según la teología musulmana, los nombres de Dios son 4 mil. Mil son conocidos sólo por Dios. Otros mil, por Dios y por los ángeles. Otros mil, por Dios, los ángeles y los profetas. Y los mil restantes, por Dios, los ángeles, los profetas y los fieles. De los mil últimos nombres, 300 son citados en la Torá, otros 300 en los salmos, otros 300 en los evangelios, y cien en el Corán. De estos cien, 99 son conocidos por los fieles comunes, y uno está escondido, secreto y es accesible sólo a los místicos más iluminados."

Emilio Galindo

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