viernes, 26 de junio de 2009

martes, 23 de junio de 2009

domingo, 21 de junio de 2009

Quo Vadis

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Bueno, a petición de Betty y a fin de compartir algo en esta entrada, tengo a bien dejarles el cuentito que metí al concurso de las jornadas. Espero que les guste...

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Me siento usado. El sedentarismo de Matilde me mata.
La dialéctica del coito, según yo, debería estar basada en el dar y recibir.
Lo que a continuación digo no pienses que lo hago como un lloriqueo de niño caprichoso o como mera frustración amarga, más bien es como la expresión sincera de una tristeza que me produce la impotencia que vivo ante esta situación que, si bien se le parece a muchas cosas vanas no lo es: creo estar enamorado.
Llegué a esta casa por azares de las tardes de aburrimiento y noches de de insatisfacción de Matilde. Oculto, disfrazado por dos revistas de espectáculos, una blusa floreada y cosméticos baratos; nada que a un hombre le interese husmear.
Oculto llegué y oculto permanecí durante mucho tiempo, mas mis – primero tardes- noches protagónicas llegaron favorecidas por los constantes viajes de aquel que nunca representó competencia alguna, no seria al menos.
Recuerdo el nerviosismo de nuestra primera vez. El temblor que producían los fluidos adrenalino - alcalinos de nuestros cuerpos previo al contacto sexual, sobre todo el mío por tratarse de mi primera vez.
Mis parámetros de lo bello no están basados en lo que veo, con ello desecho cualquier gusto o desagrado por la simetría, composición, ordenamiento, secuencias, en fin, cualquier cosa que necesite de ser vista para ser apreciada. Yo guío mis gustos por texturas, temperaturas y consistencias que me produzcan atracción.
Tal vez por eso amé la vagina de Matilde.
Siempre había imaginado el momento del contacto entre dos cuerpos, pero jamás pensé toparme con la dicha de encontrar un espacio tan confortable, cálido, suave, acariciador y placentero como la vagina de Matilde.
No imaginé conocer algo tan perfecto, personalizado y hasta con esmerada dedicatoria en cada pliegue, era un espacio que parecía estar esperándome hacía tiempo.
Me rehúso a ahondar en detalles – a pesar de que mi admiración me impulsa- sobre aspectos físicos, sólo agregaré que viví la etapa más plena de mi vida, y me atrevo a pensar que ella también, pues la correspondencia mutua era el eje de nuestra relación, o al menos eso parecía.
Después de esa, miles de noches más se repitieron, todas tan intensas como la primera vez. Aunque la verdad, nuestras rutinas iban variando, la creatividad era algo que estaba a pedir de boca. Sin embargo, toda felicidad es efímera, volátil… fugaz.
Una mañana, Matilde recibió una computadora portátil, un invento al que yo rebasaba por generaciones, algo junto a lo que yo resulté obsoleto, más con respecto a uno de sus programas que a la máquina en sí.
Mi nuevo rival tenía nombre: Messenger. Desde el primer instante en que ella lo conoció se enamoró perdidamente de él. Ese maldito la retrae del mundo exterior. Él y su estúpido amigo el celular la ayudan a evadir a su familia, mientras que yo veo en este rincón cómo mis pilas se van derritiendo en mi interior, pero al fin de cuentas, ¿qué puede hacer para cambiar las cosas un simple dildo en esta era de la información?


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viernes, 19 de junio de 2009

miércoles, 17 de junio de 2009

miércoles, 10 de junio de 2009

Nos vamos

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“Me resulta más sencillo este silencio
es tonto pretender que soy un sabio”
José Cruz lo dijo.


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Nos vamos.
Cabizbajos, lerdos,
Vencidos.
A regañadientes
Pero nos vamos.

¿Qué detiene a la lluvia?
¿Quién acorrala al viento?

Cansados de esperar
Se pasaron los ayeres.
Así la muerte.
Así la vida.
Un segundo como línea
Divisoria.

Por eso nos vamos.

Cada uno se lleva al otro,
Como estigma,
Máscara encarnada.


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[16:09] ºSplinterº: puro chatear…
[16:09] Elenicks: cállate


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